lunes, 28 de junio de 2010

AUMENTO A LOS JUBILADOS

Por: Mario Luis Pennella

Pareciera que el haber solicitado la Cámara Baja del Congreso Nacional, el aumento del 82% para los jubilados, le hubiere estallado un default al Estado Nacional, fundamentado en los dichos del ex presidente Néstor Kirchner.

Esta apreciación del ex presidente, no es más que otra vil falacia, la cual sigue atentando contra la pobreza institucionalizada de este gobierno hacia los ex trabajadores, en que más de 3.500.000 jubilados cobran el haber mínimo, a pesar de haber trabajado por más de 30 años y haber aportado minuciosamente los aportes correspondientes durente dicho período de trabajo.

Pero para este individuo, el gobierno de su esposa y sus acólitos, son medidas necesarias instauradas para seguir apropiándose de los fondos del ANSES, en la discrecionalidad habitual para sus espurios compromisos, los cuales no exceden comentarios a saber, que algunos también privilegian sus negocios particulares, con empresas constituídas para tal fín, donde rapiñan estos dineros.

Por ende el grito en el cielo de decir que no se podría dar el consabido aumento, el 82 %, haciendo prevalecer la canallada en que están encauzados los juzgamientos en los respectivos juzgados previsionales, donde una considerable cantidad de jubilados mueren en su intento de cobrarlos, ya que el ANSES tendría que enviar a sus administativos nuevamente a la escuela para corregir los errores que causan sus "aparentes" malas liquidaciones del 82% y los reajustes adeudados, como así también la litigiosidad de todo el "combo" que se expone en juicio, para otorgarle de una buena vez al ex trabajador el salario justo llegado a un derecho que el mismo exige. Pero en cambio una importante cantidad de jubilados mueren, antes de percibir y disfrutar de su justo reclamo de justicia social, lo que en el futuro se verá si también no son pasibles de enjuiciamiento por crímenes de lesa humanidad, ya que en los diarios se ven cotidianamente, los pedidos de viejos de 80 a 90 años solicitando las respectivas sentencias firmes de sus juicios.

Esta es parte de la cruda realidad del discurso del ex presidente Néstor Kirchner, ya que adelantara que su sra. esposa la presidente Cristina Fernández de Kirchner, le llegara la aprobación de ambas Cámara y se transformara en Ley, solicitaría a esta que la vete.

Entre otras cosas para lo que ha venido sirviendo los dineros de los jubilados, es lo siguiente:

El destino de los fondos de los jubilados, sobre todo desde que se robusteciera tras la estatitazación de las AFJP; el gobierno nacional ha usado los recursos en medidas "anticrisis" que fueron desde financiar consumo de autos, electrodomésticos, bicicletas, hasta préstamos a la multinacional General Motors.

Asimismo ante todas estas consecuencias en que forma ha venido actuando la política de este gobieno, hacia la justicia social, que rige en su estandarte de la política justicialista, sigue tomando a los jubilados como viejos cuyo destino de la mayoría será la muerte antes de conseguir el derecho que le asiste no solo las leyes, sino también aquella humana; su vida.

29 de junio de 2010.



domingo, 13 de junio de 2010

LA ESCLAVITUD AL REALISMO DE LAS COSAS

LA ESCAVITUD AL REALISMO DE LAS COSAS.

RECOPILACIÓN

Elegir es discernir. Discernir es comprender. Comprender es dominar las leyes que rigen las cosas. Aquellos que tienen la misión de transformar la realidad deben entonces enfrentarse a la necesidad de elegir para poder realizar sus aspiraciones. Pocos hechos demuestran acabadamente el debilitamiento de la voluntad y lucidez de los dirigentes de una nación, que su intento por lograr simultáneamente metas que son contradictorias entre sí.

Sería ciertamente mucho más grato, cómodo y fácil si por un arte milagroso todo lo que deseamos pudiera lograrse sin tener que pagar por ello ningún sacrificio.
Para desgracia o para ventura nuestra, la vida no tiene piedad de los sentimientos humanos y sus leyes no respetan los deseos de los hombres. El que quiere algo, debe estar dispuesto a pagar el esfuerzo requerido, esfuerzo que siempre implica renunciar a otra finalidad. Cuando así no sucede, es que el espíritu de los dirigentes no ha llegado a aquel grado de evolución que le permita distinguir tajantemente entre el mundo de la fantasía y el mundo de los hechos tal cual son. Este es un pecado tan grave para el que tiene a su cargo los difíciles trabajos del gobierno, que ningún Estado puede salir adelante con una dirección tan incompetente. Cuando se manejan realidades y se tienen en la cabeza abstracciones, el resultado no puede ser otro que la catástrofe. Si se ve claro la dolorosa alternativa que plantea toda elección, pero se actúa como si no se la viera, estamos en el terreno resbaladizo de la demagogia, cuya naturaleza esencial es negarse de antemano a un planteamiento realista de los problemas. Un pueblo cuyos gobernantes están entregados a la demagogia está hipotecando continuamente su futuro, vive del capital, y no de las rentas, destruye sistemáticamente los pilares espirituales y físicos que hacen a una sociedad sana y pujante. El desorden, la anarquía y el hundimiento de la nación son los frutos naturales de esta política propia de los tiempos decadentes.

Muy distinto es lo que ocurre en los tiempos de ascenso. La pasión por hacer, por transformar, por crear, por borrar rápidamente lo que hiere la vista y el alma es tan fuerte, que se buscan frenéticamente los obstáculos para vencerlos. Un respeto casi religioso por los hechos domina los espíritus, aflorando las decisiones que llevan consigo un pulso firme, una definida elección, una mente que sabe lo que quiere. Las épocas históricas de intensa creación han odiado y amado intensamente. Establecen preferencias y rechazos nítidos y repudian abiertamente todo tipo de eclecticismo. El sentimiento agudísimo de que el tiempo es escaso y la tarea a realizar inmensa, es tan violento y absorbente que las consideraciones mezquinas no pueden siquiera asomar su deprimente rostro.

Aparece un rasgo clave, que siempre emerge como cima eminente en la política llamada a tener resonancia histórica. Es la íntima esclavitud al realismo de las cosas. No interesa lo que se diga o lo que se profese, cuando llega el momento de la acción son las cosas al cual son las que mandan con su dureza implacable.

Los gobernantes pueden seguirlas o no, pueden respetarlas o pretender vanamente que se acomoden a sus designios. Si hace lo primero demuestra con los hechos su vocación de grandeza. Si no lo hace, demostrará igualmente que estará por debajo de las exigencias de la hora. El desprecio por toda ideología,. Cualquiera sea ella, es el faro brillante que ilumina el oscuro escenario donde se debaten las fuerzas que llevan al retroceso o al avance. Cuando se comprende realmente el inmenso poder que se desprende de aplicar remedios realistas a los conflictos históricos, no resulta sorprendente que cuando una nación ha logrado algo perdurable siempre ha tenido que apelar a soluciones drásticas que poco tienen que ver con el humanitarismo o la propaganda ideológica. El instinto de supervivencia, la voluntad de afirmación del propio ser, se aquilatan en las duras pruebas a las que el destino somete a una nación.-